El Día Mundial de la Familia es una fecha especial a nivel a global, y aunque no se trata de una fecha festiva muy reconocida -entre otras de mayor importancia-, hay que entender su relevancia por una cuestión: el rol del aprendizaje social en la familia, así como del desarrollo de la personalidad como individuo responsable en la sociedad actual.
En estas épocas donde la violencia se ha convertido en un común denominador en todas las latitudes del planeta, los lazos afectivos en la familia son un modelo a seguir para las nuevas generaciones y para romper de manera paulatina con problemáticas como la violencia doméstica entre otro tipo de disfunciones interpersonales.
La concepción de esta celebración se remonta a 1994, fecha en que la Asamblea General de las Naciones Unidas estipuló que la importancia de la familia en la sociedad contemporánea debía de ser enaltecida cada 15 de mayo. Todo esto con el fin de promover el bienestar social y la reflexión en torno a los miembros de una familia, o incluso de nuestra propia comunidad. Equidad, respeto y tolerancia son elementos recurrentes dentro de este esquema.
Más que una festividad movida por un mero sentido comercial, su misión principal es ayudar al desarrollo del lazo familiar como paradigma cultural en una época que evoluciona a pasos agigantados.