Es alarmante que casi 1000 millones de toneladas de alimentos acaban en la basura cada año. La producción, su transporte y dejar que los alimentos se deterioren contribuye a más del 8 % de las emisiones globales de gases con efecto invernadero, de acuerdo con las Naciones Unidas. Por esta razón, es de suma importancia tratar este tema. A continuación, presentaremos la conexión entre la alimentación, el medio ambiente, y formas de consumo responsable.
Conexión entre la alimentación y el medio ambiente
Las Naciones Unidas detallan que, para que un alimento llegue a su destino final, pasa por distintas etapas porque deben producirse, procesarse, transportarse, distribuirse, prepararse, y en ciertas ocasiones hasta eliminarse si no se han consumido. Durante este proceso, se producen gases de efecto invernadero, que contribuyen al cambio climático. Hay gases de efecto invernadero relacionados con el uso del terreno y la agricultura como:
- El metano que se genera por el proceso digestivo del ganado.
- El óxido nitroso producido por los fertilizantes en los cultivos.
- El dióxido de carbono provocado por la tala de bosques.
Por otro lado, los alimentos de origen animal, especialmente las carnes rojas y los productos lácteos, se asocian con mayores tasas de emisión de gases de efecto invernadero. Esto es porque la producción de carne requiere a menudo extensos pastizales, que pueden requerir tala de árboles.
¿Qué cambios se pueden realizar para consumir de forma más responsable?
Lo positivo es que existen acciones que se pueden realizar para cuidar del planeta, la WWF, una organización de conservación de la naturaleza recomienda:
- Preferir ingredientes más amigables con el ambiente
Se puede aprender más sobre la procedencia de los alimentos. Identificando en las etiquetas certificaciones que indiquen que los alimentos se producen con prácticas más responsables, como:
- Certificación de Empresa B que garantiza el cumplimiento de altos estándares sociales y medioambientales.
- People for the Ethical Treatment of Animals (PETA) es otorgado por la organización en defensa de los derechos de los animales, a los productos que no han utilizado o dañado a ningún animal.
Cuando los productos se producen de manera sostenible tienen un menor impacto en la naturaleza, porque se producen de forma responsable, cuidando de la flora y vida silvestre.
- Consumir más frutas y verduras
Las Naciones Unidas comunican que los alimentos de origen vegetal como las frutas, verduras, cereales integrales, nueces, lentejas suelen usar menos energía, terrenos y agua. Como resultado, tienen una menor intensidad de gases de efecto invernadero en comparación con los alimentos de origen vegetal. La WWF, indica que una forma adecuada de mejorar el impacto ambiental es equilibrar la cantidad de frutas y verduras con los productos animales que se consumen.
Por otro lado, se puede considerar diversificar la dieta. Los suelos son más saludables cuando se cultiva una variedad más amplia de alimentos. Esto también es positivo porque estos cultivos son más resistentes ante las plagas, enfermedades o condiciones climáticas extremas.
Este hábito es positivo también para la salud en general. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, consumir entre 7 y 8 porciones de frutas y verduras al día está relacionado con un menor riesgo de presentar depresión y ansiedad. Además, las frutas y verduras gracias a sus antioxidantes y fibra cuidan de la salud cardiovascular. Asimismo, pueden reducir el riesgo de padecer cáncer de pulmón, colon, mama, cuello uterino, esófago, cavidad oral, estómago, vejiga y ovario. No solo eso, porque contribuye con un menor riesgo de obesidad.
3. Disminuir el consumo de alimentos procesados
Los productos pueden perder su calidad nutricional durante el procesamiento. Como resultado, se deben producir más alimentos para ofrecer una nutrición mínima, lo que genera consumismo. Prioriza las opciones como alimentos frescos, en congelados puedes optar por pescado y enlatados mínimamente procesados que tengan menos aditivos, pero que te ofrezcan los nutrientes necesarios.
4. Evitar desperdiciar los alimentos
Cuando se desperdician los alimentos se pierden recursos ambientales como la energía, el agua y la tierra. Cuando se consumen responsablemente se cuida de los recursos y se permite que existan alimentos disponibles para quienes lo necesitan.
En resumen, nuestra alimentación tiene un impacto directo y profundo en el medio ambiente. Desde la producción hasta el consumo, cada paso genera una huella que contribuye al cambio climático y a la degradación de los recursos naturales. Sin embargo, hacer elecciones conscientes en nuestra dieta, como preferir alimentos de origen vegetal, evitar el desperdicio y optar por productos de menor impacto ambiental, puede marcar una gran diferencia. Pequeños cambios en nuestros hábitos alimenticios no solo benefician nuestra salud, sino que también contribuyen a un futuro más sostenible.