Un informe de la organización sin fines de lucro Health Care Without Harm revela que la huella climática del sector salud equivale a las emisiones anuales de 514 centrales eléctricas de carbón.
Si fuera un país, sería el quinto mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo.
A continuación, te presentamos algunos proyectos sostenibles que también cuidan la salud del planeta.
Curitas biodegradables

El impacto que una pequeña curita, puede tener en el medio ambiente es impresionante, porque puede demorar en degradarse al menos 150 años, según Primicias.
Un grupo de estudiantes de la Universidad Espíritu Santo (UEES), decidió buscar una alternativa sostenible a este problema y crearon una curita a base de algas.
Su propuesta, llamada BIOALGÆ, les valió un reconocimiento en el prestigioso concurso Hult Prize, que reúne a universidades de más de 120 países y otorga un millón de dólares en capital semilla.
En su propuesta, destacan que su producto tiene propiedades naturales y ofrece un menor costo de producción. Mientras que una curita convencional puede costar entre 0,23 y 0,25 centavos de dólar, el equipo ha logrado desarrollar una alternativa que podría costar tan solo 0,10 centavos.
El gran hallazgo de estos estudiantes fue descubrir cómo se pueden crear polímeros biodegradables a partir de algas pardas y rojas, que son macromoléculas grandes y naturales.
Estos polímeros sirven para fabricar los curitas BIOALGÆ, un producto ecológico que no solo tiene un bajo costo, sino que también es biodegradable y respetuoso con el medio ambiente, así lo comunicó Primicias.
Este avance no solo mejora la accesibilidad económica, sino que también reduce el impacto ambiental, ofreciendo una opción mucho más sostenible que las curitas convencionales, que tardan siglos en degradarse.
Por otro lado, existen curitas innovadores, como las fabricadas por PATCH, una marca que nació en 2017, especializada en crear productos 100 % compostables, hipoalergénicos, libres de plásticos y toxinas. Adecuadas también para pieles sensibles.
Estas curitas están hechas de bambú, un material natural que es efectivo para tratar pequeñas heridas permite que la piel respire mejor que una curita convencional y es altamente sostenible.
El bambú es una planta con fibras fuertes y flexibles que pueden procesarse para crear telas o materiales similares al algodón o rayón, que son suaves y cómodos para la piel. Estas fibras pueden usarse para fabricar vendajes o banditas que se adapten bien y sean duraderos.
El bambú utilizado en las curitas de PATCH es un recurso renovable que crece más rápido que los árboles, requiere menos agua, y no necesita pesticidas ni herbicidas para su cultivo.
Estas curitas no son solo un producto de primeros auxilios, sino también una opción natural y cómoda para quienes desean evitar los productos químicos en su vida diaria. PATCH ha logrado combinar la funcionalidad con la sostenibilidad, ofreciendo una solución ecológica para el cuidado de las pequeñas heridas, abrasiones y cortes.
Mascarillas biodegradables

La pandemia de Covid-19 trajo consigo una creciente necesidad de mascarillas desechables, cuya producción y eliminación han tenido un notable impacto ambiental. Según la organización OceansAsia, solo en 2020 se arrojaron a los océanos aproximadamente 1,560 millones de mascarillas, equivalentes a más de 5000 toneladas de plástico contaminante.
Sin embargo, una nueva alternativa ecológica está marcando la diferencia. Según La Vanguardia, el Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos de España ha desarrollado mascarillas fabricadas con papel de algodón y materiales derivados del maíz, ambos compostables.
Estas mascarillas no solo son más amigables con el medio ambiente, sino que también cuentan con una alta capacidad de filtración de bacterias y virus, mientras mantienen una excelente transpirabilidad para el usuario. Esta innovación ofrece una solución que protege tanto la salud de las personas como la del planeta, al reducir el impacto de los plásticos desechables.
Crema dental de papaya

The Monopolitan comunica que las personas desconocen los componentes de la pasta dental, entre ellos antibacteriales, endulzantes artificiales, petroquímicos, y colorantes artificiales.
A esta problemática la marca Happier le encontró una solución, creó en 2019 una pasta dental de cuatro tipos de menta, esencias minerales para endurecer los dientes, vitamina E y enzimas de papaya, elementos que se consideran biodegradables, por lo que son más amigables con el planeta.
Un tomógrafo que ahorra energía

La sostenibilidad también está transformando el mundo de la tecnología médica. Equipos de imagen como los tomógrafos, que tradicionalmente han requerido un alto consumo energético, hoy evolucionan hacia soluciones más eficientes que buscan reducir su impacto ambiental sin comprometer la calidad del diagnóstico.
Un ejemplo destacado es el Somatom Definition Flash TC de Siemens Healthineers, un tomógrafo que cuenta con dos tubos de rayos X que giran simultáneamente alrededor del paciente, permitiendo obtener imágenes de alta calidad en menos tiempo.
Esta tecnología no solo mejora la precisión, sino que también es más amigable con el planeta: consume 45 % menos energía que su versión anterior y reduce en un 85 % el gasto energético en estudios cardíacos, según reporta El Hospital.
Jardín medicinal

De acuerdo con The Monopolitan, una enciclopedia de negocios, Urban Physic Garden, ubicado en Londres, nació con el objetivo de convertirse en un laboratorio natural.
Este espacio funciona como un jardín medicinal colaborativo, donde crecen diversas especies de plantas curativas utilizadas históricamente por distintas culturas para tratar enfermedades.
Es un centro de aprendizaje abierto al público, que promueve la investigación, la conservación de flora en peligro de extinción y la experimentación en medicina natural. Aquí se pueden encontrar desde plantas como la lavanda y la manzanilla, hasta especies menos conocidas pero fundamentales en la medicina tradicional.
Su diseño está inspirado en la estructura de un hospital, con zonas dedicadas a diferentes órganos y sistemas del cuerpo humano, lo que permite a los visitantes entender mejor cómo cada planta actúa sobre el organismo.
El Urban Physic Garden no solo invita a reconectar con el conocimiento ancestral de las plantas, sino que también plantea una alternativa sostenible a la medicina convencional, recordándonos que muchas veces la salud empieza en la tierra.
En resumen, la convergencia entre la innovación médica y sostenibilidad no solo es posible, sino también beneficiosa para la salud humana como para el planeta.
En un momento crucial en el que combatimos el cambio climático y la contaminación, estas iniciativas se presentan como una alternativa ideal.
Es hora de seguir impulsando y apoyando este enfoque integrado, pues representa un paso significativo hacia un futuro más saludable y sostenible para todos.